Concluyó la sexta edición del Concasida, el evento más importante sobre VIH/SIDA en Centroamérica. La sensación y la temperatura en los pasillos fue variada: algunos delegados, sobre todo los nuevos en estas conferencias, expresan que han aprendido mucho, mientras que un grupo importante de los participantes expresan la frustración de haber encontrado a este evento poco útil.
¿Qué ha pasado con el CONCASIDA?
Como ocurre con eventos de esta naturaleza muchas personas solicitaron becas y presentaron trabajos, pero pocos fueron aceptados. Por ello, la mayoría de los participantes son locales o han sido invitados por agencias y ONGs internacionales, por ser contrapartes activas en la implementación de proyectos y programas.
Lo arriba descripto tiene como efecto un clásico fenómeno en congresos y foros: hablamos entre nosotros, dialogamos entre personas ya convencidas. Esto hace que el impacto que estos eventos pueden tener en otros tomadores de decisiones y formadores de políticas fuera del “gremio” del SIDA, es bajo.
Centroamérica tiene la característica de tener una fuerte identidad regional, que genera dinámicas muy positivas para responder a los desafíos de un mercado común, y un bloque de países de libre transito con una marcada problemática en las poblaciones móviles y migrantes. El lado menos positivo es la posibilidad de aislarse del resto de la región que, al final de cuentas, es Latinoamérica.
Los expositores, los temas y ponencias se repitieron a lo largo del programa. Entre tanto, muchas sesiones de diversidad sexual tuvieron una audiencia compuesta básicamente por personas Gays, Lesbianas, Transgéneros y Transexuales. Algo similar ocurrió con la sesiones de Personas viviendo con VIH/SIDA, poblaciones indígenas y jóvenes. Muchos tomadores decisiones, funcionarios de agencias y gobiernos no estuvieron presentes en estas sesiones. Y en muchas sesiones donde presentaban tomadores de decisiones de diferentes sectores no estaban los representantes de las comunidades.
Dentro del mismo evento conviven temas y actores en compartimientos estancos, que no permiten intercambios. El resultado son congresos que se aíslan y pierden la capacidad de llegar a nuevos actores.
Con los mismos expositores y una misma audiencia, lo que sucede es que en varias sesiones se reiteran los mismo temas, problemáticas y desafíos; y poco se avanza en sugerir salidas. Esto se transforma entonces en un gran y diverso grupo de ayuda mutua, en este caso, de poco efecto terapéutico.
Hay una relación inversamente proporcional entre la disponibilidad de recursos y la cantidad de conferencias, consultas, reuniones regionales y subregionales. Encerrados y fragmentados no lograremos grandes progresos.
Javier Hourcade Bellocq
Corresponsales Clave
San José, Costa Rica – 5 de marzo de 2010
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